El salvataje del Tesoro estadounidense se posterga, revelando la dependencia estratégica del Gobierno

La esperada asistencia financiera del gobierno de Estados Unidos, gestionada por el Ministerio de Economía para aliviar la crítica situación de las reservas del Banco Central, finalmente llegará después de las elecciones legislativas de noviembre. Esta postergación, más que una cuestión logística, expone la naturaleza condicionada de este tipo de rescates y la posición de vulnerabilidad en la que se coloca un país cuando su estrategia económica depende de la ayuda externa y de la sintonía política con las potencias centrales.

ECONOMÍA

9/25/2025

El acuerdo, que implica un préstamo puente del Tesoro norteamericano por aproximadamente US$ 900 millones destinados a cancelar deudas con organismos multilaterales como el Banco Mundial, opera como un salvavidas de corto plazo. Sin embargo, lejos de ser una solución estructural, profundiza la lógica de financiarización de la economía y consolida la dependencia de los designios de la política exterior estadounidense, cuyo timing siempre responde a sus propios intereses y ciclos electorales.

El costo geopolítico de la dependencia financiera

Desde una perspectiva de centro-izquierda, este tipo de operaciones merece un análisis que vaya más allá del alivio inmediato que pueda generar en los indicadores de reservas. Un país soberano no puede construir su estabilidad macroeconómica sobre la base de préstamos puente de gobiernos extranjeros. Cada ayuda de este tipo viene atada, explícita o implícitamente, a condicionalidades que suelen orientarse a garantizar la continuidad de un modelo económico específico: abierto a los capitales financieros, alineado en foros internacionales y favorable a los intereses comerciales del país acreedor.

La postergación del desembolso hasta después de las elecciones en EE.UU. es sintomática: demuestra que los recursos llegarán cuando el gobierno norteamerencial considere que el riesgo político interno de apoyar a un aliado en una situación económica tan frágil es mínimo. Se trata de una ayuda calculada, no desinteresada.

Una estrategia que elude el debate sobre el desarrollo nacional

La necesidad de recurrir a este salvataje es, en última instancia, el síntoma del fracaso de un modelo que no genera los dólares genuinos que la economía necesita. En lugar de diseñar un plan de desarrollo que promueva las exportaciones con valor agregado, la industrialización y la sustitución inteligente de importaciones, la gestión apuesta una vez más a la financiarización y al endeudamiento, esta vez con un actor bilateral cuyos intereses no siempre coinciden con los del pueblo argentino.

La verdadera solución a la crisis de reservas no está en Washington, sino en un proyecto nacional que priorice la producción, el trabajo y la integración regional. Mientras el gobierno celebre este tipo de acuerdos como un éxito de gestión, deberíamos preguntarnos por el precio en términos de soberanía que se paga por un préstamo que no resuelve los problemas de fondo y que nos ata aún más a los vaivenes de la geopolítica global. La independencia económica se construye con industria, ciencia y tecnología, no con préstamos condicionados de potencias extranjeras.

El salvataje del Tesoro estadounidense se posterga, revelando la dependencia estratégica del Gobierno

La esperada asistencia financiera del gobierno de Estados Unidos, gestionada por el Ministerio de Economía para aliviar la crítica situación de las reservas del Banco Central, finalmente llegará después de las elecciones legislativas de noviembre. Esta postergación, más que una cuestión logística, expone la naturaleza condicionada de este tipo de rescates y la posición de vulnerabilidad en la que se coloca un país cuando su estrategia económica depende de la ayuda externa y de la sintonía política con las potencias centrales.