La tensión cambiaria expone los límites del ajuste y la insostenibilidad del "cepo light"

El Ministro de Economía, Luis Caputo, se encuentra en una encrucijada de su propia manufactura. Mientras promete públicamente "defender el techo" de la banda cambiaria establecida en $1.414, sus señales de una posible "flexibilidad" poselectoral delatan la profunda presión que acumula el tipo de cambio oficial, artificialmente reprimido. Este dilema no es técnico; es la manifestación más clara de los límites de un modelo que prioriza la estabilidad financiera de corto plazo a costa de estrangular la economía real y las reservas del Banco Central.

ECONOMÍA

9/15/2025

La estrategia del Gobierno ha sido clara: anclar el dólar a cualquier costo para contener la inflación nominal mensual, aún a riesgo de generar una brecha cambiaria cada vez más amplia (hoy cercana al 40%) que desalienta las exportaciones, fomenta la fuga de capitales y castiga a los productores locales que no pueden competir con importaciones subvaluadas. Se trata de una apuesta que beneficia al sector financiero y a grandes grupos importadores, pero que perjudica seriamente a las pymes, al campo y a la industria nacional, que ven cómo sus ingresos en dólares se licúan.

El costo real de "defender el techo"

La defensa del techo cambiario tiene un precio que pagamos todos: se realiza mediante una fuerte recesión que destruye la demanda interna y, lo más crítico, mediante el uso continuo de las escasísimas reservas netas del BCRA para intervenir en el mercado. Cada dólar que se vende para sostener un tipo de cambio irreal es un dólar menos para importar medicamentos, energía e insumos productivos esenciales, profundizando la crisis en sectores clave y encareciendo aún más la vida cotidiana.

Esta política es, en esencia, un subsidio gigantesco financiado con las reservas del país, que termina beneficiando a quienes tienen acceso privilegiado a comprar dólar barato. Mientras el Gobierno anuncia una "defensa" del tipo de cambio, en la práctica se está consumiendo el patrimonio nacional para mantener una ficción de estabilidad que solo es funcional a la agenda electoral.

La flexibilidad postelectoral: el ajuste que se posterga, pero no se evita

La insinuación de una devaluación o una flexibilización después de las elecciones confirma lo que muchos analistas advierten: el actual esquema es insostenible. El ministro Caputo se ve forzado a elegir entre dos caminos amargos: devaluar ahora y admitir el fracaso de su ancla antiinflacionaria, con el consecuente pico de precios; o postergarlo unos meses, quemando reservas en el proceso y agravando el problema para el próximo gobierno, quien heredará una bomba de tiempo con mecha aún más corta.

Desde una perspectiva de centro-izquierda, este dilema es la prueba de que no hay atajos. La estabilidad cambiaria y la baja de la inflación no se logran con anclas nominales o represión financiera, sino con un programa integral que reconstruya la confianza a través de la producción, el empleo y el fortalecimiento del mercado interno. Un dólar estable es consecuencia de una economía sana, no un instrumento para simular que lo está.

La salida requiere dejar de mirar el precio del dólar en la pantalla y empezar a construir los consensos necesarios para un modelo productivo que genere los dólares genuinos que la Argentina necesita. Mientras tanto, la promesa de "defender el techo" suena menos a una política económica y más a una plegaria desesperada.

La tensión cambiaria expone los límites del ajuste y la insostenibilidad del "cepo light"

El Ministro de Economía, Luis Caputo, se encuentra en una encrucijada de su propia manufactura. Mientras promete públicamente "defender el techo" de la banda cambiaria establecida en $1.414, sus señales de una posible "flexibilidad" poselectoral delatan la profunda presión que acumula el tipo de cambio oficial, artificialmente reprimido. Este dilema no es técnico; es la manifestación más clara de los límites de un modelo que prioriza la estabilidad financiera de corto plazo a costa de estrangular la economía real y las reservas del Banco Central.